La gestión estratégica integrada tiene como base un proceso de toma de decisiones apoyado en evidencia: la mejor información científica disponible, la mejor información práctica de lo que funciona en las organizaciones, la consideración de todos los usuarios internos y externos y sus necesidades, además de una precisa estrategia para decidir entre las opciones con las que se cuenta. Sin embargo, aplicar el Modelo de Evidence Based Management (o gestión basada en evidencia), implica el desarrollo de habilidades directivas para movilizar los recursos personales, de equipo y de organización para la promoción de la innovación y la colaboración.
Los líderes que crean otros líderes ejercen un rol habilitador de la dinámica relacional, dejando atrás el paradigma autoritario y extractivo. Son las personas que tienen las capacidades para facilitar dichas condiciones emocionales, de aprendizaje y sin perder de vista los objetivos, las que marcan la diferencia en términos de logros sobresalientes y altos niveles de bienestar de los colaboradores. Estas habilidades directivas son la ventaja diferenciadora de los líderes de alto nivel y se desarrollan y despliegan desde la conciencia y voluntad de transformación personal.